lunes, 7 de enero de 2013

Recopilación de críticas

Esta entrada recopila parte del material publicado en el blog Club de cine Mr. Pink, medio de carácter universitario para el que trabajé con motivo de la 60ª Edición del Festival de Cine de San Sebastián. Lo que sigue son las críticas de algunas de las películas que más me gustaron, independientemente de la sección en la que fueran programadas.

Amour (2012)
La última película de Michael Haneke, ganadora de la Palma de Oro en Cannes este año, ha sido para el que esto escribe la mejor película que he visto en esta edición. Ya tengo ganas de volver a verla. Como decíamos hace unos días, “el estilo directo, áspero y sincero del director nos deja una película que te remueve por dentro”. Esta historia de amor sincero, se vive como una tragedia, se respira como una celebración de la vida, y se siente como una historia de terror. Amour es una pequeña obra de cámara filmada entre las cuatro paredes de un piso parisino. Ahí, una pareja de ancianos asiste impotente y desbordada al ocaso de sus vidas. La enfermedad llama a la puerta y no pueden negarle la entrada. Desde ese momento, presenciamos en pantalla el lento pero inexorable marchitar del cuerpo humano, y con él, el del propio espíritu. Haneke sobrecoge, pero a diferencia de sus anteriores films, aquí la tragedia deja cierto poso de esperanza. El amor, mostrado en su forma más pura y bella, es la tabla de salvación del alma humana.



Como curiosidad, durante la proyección me fijé en un detalle de montaje (que me pareció soberbio). Cada secuencia comienza siempre con un elemento en acción dentro del plano. Ya sea alguien dejando la bolsa de la compra en el suelo o fregando los platos, Haneke sigue al pie de la letra la regla de oro de toda buena secuencia: llegar tarde y marcharte pronto. Siempre in media res. De modo que, y pese a lo que algunos ronquidos en la sala pudieran sugerir, al film no le sobra ni un fotograma.

Bestias del sur salvaje (Beasts of the Southern Wild, 2012) 
La ópera prima de Benh Zeitlin, que venía de cosechar premios y reconocimiento en Sundance y Cannes, gustó mucho. Filmada con una libertad de movimientos asombrosa, la película maravilló por una emotiva historia que mezcla realismo y fantasía de forma sorprendente. Hushpuppy, una pequeña niña que vive en la indigencia con su padre, se enfrenta a la amenaza de ver su casa inundada. Esta fábula sureña es un relato de iniciación en el que la protagonista debe hacer frente a sus miedos. A pesar de lo sugerente de la propuesta, a ratos me pareció un tanto deslavazada y encontré repetitivo el uso de la música (excelente, por otra parte), que parecía estar destinada a subir el nivel de adrenalina en los momentos que el tedio llamaba a la puerta. Eso sí, la actuación de la niña es espectacular. Pero la película deja un poso a drama festivalero bienintencionado, con cierto tufo de apología del buen salvaje. Ya se sabe, en estos tiempos de hiperdependencia tecnológica y ritmo frenético en la gran ciudad, la vida rural, primitiva y autosuficiente, nos parece una bucólica evocación pastoril. Y nosotros, los espectadores, lo tuiteamos a los cuatro vientos desde nuestra cómoda butaca.



No (2012)
Se trata de la película seleccionada por Chile para el Oscar a la mejor película de habla no inglesa. Y la verdad es que nos gustó bastante. El film, dirigido por Pablo Larraín y protagonizado por Gael García Bernal, trata sobre el rechazo de los chilenos a la dictadura de Augusto Pinochet. En 1988, bajo presión internacional, Chile celebró un referéndum para decidir si el dictador debía seguir al frente del país. Para conseguir inclinar a los atemorizados votantes a favor del No la oposición orquesta una campaña publicitaria con muy pocos recursos pero sobrados de buenas razones.

Las expectativas que teníamos con la película no eran muy altas que digamos, ya que en ediciones anteriores pudimos ver otra película del mismo director, Tony Manero, que no fue precisamente Santo de nuestra devoción. Pero lo cierto es que esta vez convence con una narración muy bien hilada, personajes bien perfilados y un componente claramente político que aboga por los valores universales de libertad y democracia. Como nota negativa señalamos la discutible elección estética. No está filmada con una saturación de colores y una falta de definición en la imagen que pretende evocar la época que nos ocupa. Vamos, que luce igual que los vídeos de la primera Comunión que grabó mi padre con la cámara de casa. 



Après mai (2012) 
Tenía muchas ganas de ver la nueva película de Olivier Assayas, sobre todo viniendo de dirigir la celebrada miniserie Carlos. Además, las críticas que recibió en su presentación en Venecia no podían ser mejores (Y ganó el premio a mejor guion). Pero lo cierto es que, a juzgar por la escasa valoración en las votaciones del público, el film no causó gran sensación en Donostia. Algo que achaco a ser una película que apela más al intelecto que a las emociones.

Assayas reconstruye la época posterior al mayo francés del 68 escribiendo una crónica entre nostálgica y desapegada. Après mai es un retrato de juventud de los llamados bobo, forma contracta de bourgeois-bohème. Este término se refiere a aquel grupo social caracterizado por pertenecer a la clase alta y al mismo tiempo profesar valores propios de la contracultura. Esto es: simpatizo con ideas hippies, bohemias o marxistas al mismo tiempo que me puedo pagar varios viajes al Himalaya para rencontrarme con mi yo interior, y de paso traerme un cargamento entero de chales de cachemira para todos mis amigos. Dos veces al año.

Pues bien, a mí, la película me pareció una pequeña maravilla. No sólo por su ambivalente mensaje entre crítico, mordaz y neutro, como también por su aparente aplicación a los tiempos que vivimos. Parece decir: “¡Juventud, rebelaos! O no. Es cosa tuya... Pero hagas lo que hagas, sé justo contigo mismo”.



El atentado (The Attack, 2012)
Como su nombre indica, la película arranca tras un atentado que pone patas arriba la vida del protagonista, un médico palestino que vive entre israelíes. Filmado con brío y buen gusto, hay escenas que nos ponen un nudo en la garganta. Se agradece que a pesar de tratar el conflicto árabe-israelí, no pretenda sentar cátedra ni dar lecciones de nada. No hay moralina. No se trata de una de esas películas con mensaje tan en boga. Y menos mal. Sin embargo, salimos de la sala con la sensación de que algo falla. Tras el suceso inicial, la película se convierte en una mezcla entre un thriller de investigación, y un viaje de introspección personal. El protagonista debe ajustar cuentas consigo mismo y con su pueblo. Pero algo no termina de casar. O quizás todo se deba al final, que no desvelaré, pero que más que como un clímax se siente como un abandono. En cualquier caso, bastante recomendable.



César debe morir (Cesare deve morire, 2012)
Se trata de la ganadora del Oso de Oro en Berlín de este año. El film pone en escena una representación de Julio César de William Shakespeare interpretada por los presos reales de la cárcel de Rebibbia, en Roma. A favor, lo tiene todo, empezando por el propio texto del genio de Stratford-upon-Avon. Por otro lado, la propuesta parece agotarse en el enunciado. Una vez que conocemos las bases del film, se torna un tanto rutinario y sólo si pensamos en su valor como documento y demostración del trabajo de estos presos es cuando podemos refrendar la valía del premio en Berlín.

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