jueves, 12 de enero de 2012

La infancia de Iván

De todos los trucos visuales y movimientos de cámara presentes en
La infancia de Iván (1962), hay uno que me entusiasma especialmente. Al poco de comenzar la película, el pequeño Iván despierta sobresaltado. Se encuentra en un destartalado molino en medio de la nada. Deja el molino y se dirige al bosque sobre la ciénaga, para cruzar a la otra orilla del río.

El director Andréi Tarkovski resuelve la distancia entre el molino y la ciénaga con dos planos. Un plano y su contraplano. Los dos son planos generales, muestran a Iván en medio de un paisaje desolado y  agreste en el que la guerra ha dejado su perturbadora huella. Iván, impasible a la tragedia que le rodea, atraviesa el descampado con rapidez.

El primero de esos dos planos es al que me refiero. Es discreto y no muy llamativo. Ni siquiera es un plano importante por su carga emotiva, ni destaca entre el resto por su fuerza estética. Pero emplea un sencillo aunque eficaz truco que siempre que veo la película me llama la atención.


Iván, acaba de salir del molino, y vemos a lo lejos cómo sale del encuadre por el margen izquierdo para, segundos después reaparecer por el mismo lado pero mucho más próximo a cámara. Es evidente que al joven Nikolái Burliáyev (que interpreta a Iván) le es físicamente imposible recorrer semejante distancia  en los pocos segundos en que el plano queda vacío. Por lo tanto, para conseguir el efecto deseado, basta con sustituir a la persona que se ve al fondo por un doble del protagonista, e indicar a Nikolái que entre en cuadro por el lado izquierdo de la cámara.


El truco es simple, pero Tarkovski sabe utilizarlo de forma útil, eficaz y en el momento oportuno. Útil porque ahorra tiempo de rodaje. Como bien es sabido, en un rodaje cada nueva posición de cámara implica tiempo. Tiempo de mover el equipo técnico, de preparar el plano, de ensayarlo con los actores… Y el tiempo es dinero. Por eso, un buen director es aquel que sabe economizar los planos, aquel que utiliza solamente los justos y necesarios para la narración.

Además, es eficaz por su uso de la elipsis. El tiempo que dura la ausencia de Iván en el plano es menor de lo que tardaría normalmente en cruzar esa distancia. Por lo tanto, está contrayendo el tiempo por medio de una breve elipsis. Esta elipsis consigue mantener la atención del espectador y contribuye a mejorar el ritmo de la película.

Pero también está situado en el momento oportuno, ya que podría emplearse este truco en cualquier momento de la película. Sin embargo, en este preciso instante, la narración acaba de empezar. El detonante, la acción que desencadena el resto de acontecimientos de la película, es el hecho de que Iván cruza el río. Por lo que interesa  llegar a ese momento (y por extensión, a ese lugar) lo antes posible.


Ahora bien, Tarkovski, lejos de filmar el plano pensando sólo en su utilidad, sabe sacarle cierto valor poético. Antes de salir finalmente de cuadro por el margen derecho, Iván se detiene. Gira la cabeza hacia atrás, y de nuevo hacia adelante. Ese gesto sirve de nexo entre los dos planos. Sus ojos nos conducen del plano al contraplano, uniéndolos. Pero además, en ese breve instante, empezamos a conocer un poco al joven Iván. Con esa mirada y ese movimiento de cabeza, Iván mira de dónde viene y a dónde va. Pasado y futuro. El futuro lo desconoce, pero tiene claro que el presente que le rodea se define por una única cosa, la guerra.

9 comentarios:

  1. Vale, ¿Marina y yo vamos a empapelar nuestras carpetas con tu blog? I like!

    Parece mentira lo que puede dar de si un plano de 10 segundos... A mi lo que más me gusta es la sorpresa, el hecho de que parece que el protagonista sale de cuadro para dar tiempo al espectador a fijarse en el paisaje, en el molino, en el humo, y antes de que te dé tiempo a averiguar qué demonios es ese trozo de chatarra que ocupa media pantalla, te sorprende volviendo a entrar, ¡y muy cerca!

    Me gusta.

    Y apoyo la moción de sección 'Análisis de Planos' by FAC.

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    1. ¡Me encantó, Fer! Yo también quiero leer más análisis tuyos :)

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    2. Orgasmo de Rotterdam12 de enero de 2012, 20:15

      Bien Fernando por tu apreciación. En Tarkovski pocas cosas si acaso hubo algunas dejaba a la suerte. Las secuencias oníricas desde donde monta la película y la infancia parecen formar parte de un solo sueño. Las escenas poéticas en el bosque son magníficas, casi parecen otro sueño. La manera en que los ojos de Ivan nos llevan por el techo hasta ver las palabras escritas "vengadnos", tampoco son para olvidar. Mueve la cámara y nos presenta ese plano subjetivo con un ritmo perfecto. Volviendo a los sueños, sueña con su madre, mujer y vuelve a la realidad, rodeado de hombres. Etc.

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  2. Enhorbuena, Fer.
    No es que me guste porque lo hagas en base a una escena de mi querido Tarkovski (que siempre es un plus), sino porque consigues materializar de una manera sencilla y efectiva lo que, desde mi punto de vista, tendría que ser una de las bases de una buena pedagogía cinematográfica en este país. Además no te quedas en la estética del director para hacer una suerte de apología "conceptualista" descafeinada (algo que aborrezco y que tiene demasiados adeptos hoy en día). Y eso es siempre de agradecer.

    Y que, bah, me dejo de palabrerías: que me encanta. ¡Bien hecho!

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    1. "Útil porque ahorra tiempo de rodaje", así luego puede hacer travellings de 20 minutos!

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  3. Gracias a todos por vuestros comentarios. Y tomo nota, parece que este tipo de artículos interesan.

    Por otra parte, supongo que queda claro que mis opiniones son totalmente rebatibles y puedo estar equivocado. ¡Faltaría más! Pero de eso se trata, de aprender a ver películas... y comentarlas.

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    1. por cierto, hay otro grandísimo plano de esta película (bueno, por haber hay muchos...), que cuenta muchísimo con muy poco (que es, efectivamente, lo que hacen las buenas películas): http://www.dvdbeaver.com/film2/DVDReviews32/a%20ivans%20childhood%20dvd/1%20ivans%20childhood%20PDVD_000.jpg

      y que por otra parte nunca se sabrá si fue casual o buscado. así es el cine, el arte de las casualidades (o no...)

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  4. En el libro del crítico ingles Robert Bird, "Andrei Tarkovski. Elements of Cinema", del cual hay una versión francesa que es la que he leido, se analiza también este plano que comenta Fernando, no como una elipsis económica, sino como parte del comportamiento del espía, un niño que ha de fundirse en el paisaje para sobrevivir, cuyo exarcebado instinto se pone en evidencia a la orilla del caudaloso río de aguas heladas, cuando en rápidas decisiones busca un viejo tronco y se echa al agua. En cualquier modo, ambas apreciaciones me parecen oportunas. Un saludo.

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